domingo, 5 de abril de 2020

MAQUIAMELO 2019

Maquiamelo se ha revelado como un retratista ortodoxo, pero está lejos de ser convencional. Lo califico de ortodoxo porque no traiciona el parecido, y no es convencional porque en sus retratos hay una estética y una simbología que nadie nunca había ensayado.

La estética es la propia del marchitamiento que la muerte trae consigo. La simbología persigue encapsular y perpetuar la más íntima personalidad del retratado. Estos dos rasgos derivan de una antigua práctica ritual de los indios jíbaros de Ecuador (con los que el escultor convivió durante meses), consistente en reducir la cabeza de un rival para conservarla convertida en un trofeo.

Si la idea puede horrorizar, reacción que es absolutamente normal, viene al caso recordar que el arte contemporáneo procura, ante todo, comunicar y no agradar. Para verificar que Maquiamelo es un artista que comunica sus ideas con eficacia, basta detenerse ante el retrato de Donald Trump y preguntarse si no expresa, a plenitud, el mundo contradictorio y convulsionado que vivimos.

A diferencia de lo que ocurre con los héroes de los mitos griegos, los superhéroes norteamericanos del siglo XX carecen de pasiones y debilidades humanas. Dado que son perfectos, enfrentan a unos rivales (absolutamente) malos a partir de considerarse, ellos, (absoluta e indiscutiblemente) buenos. Sus hazañas obedecen a la convicción de que son los mejores, los más grandes, los más fuertes, los más generosos y los guardianes de la verdad absoluta.

La actual presidencia de Donald Trump ha hecho añicos esa imagen. Tenemos claro, ahora, que el héroe puede ser egoísta, cínico, mentiroso, arrogante, inoportuno, irrespetuoso e incluso estúpido. Guerrero osado sigue siendo, pero de causas que respaldan unos cuantos y no todos. Por una suerte de atavismo, este héroe vuelto monstruo amenaza, insulta, acosa y muestra los dientes, asustando con el poder que tiene gracias a sus bombas, pero apelando a valores que el resto del mundo no está conectado.

En ese contexto, Maquiamelo despliega los personajes de Disney, ridículos y risibles, agrega el payaso que simboliza la comida chatarra más famosa del mundo y arma la comparsa de una realidad en la que Mickey conduce un tanque a través del desierto (piénsese en la guerra del Golfo), el payaso gourmand Ronald Mc Donald está entronizado en un bote de basura, Rico Mc Pato hunde su cuerpo en un tesoro de monedas de chocolate con apariencia de oro (la codicia que origina y moldea la sordidez moral que este conjunto de obras nos revela) y Donald Trump se halla emplazado de tal modo que el muro, su muro, encarna la imagen de un pensamiento cerrado.

Al fusionar las graciosas ficciones de Disney, la engañosa ficción culinaria de McDonald’s y las perturbadoras ficciones políticas de Trump, el Disney Trump de Maquiamelo introduce una metáfora que oscila entre la comedia y la tragedia.

ÁLVARO MEDINA

En esta exposición, Maquiamelo despliega los personajes de Disney, ridículos y risibles, agrega el payaso que simboliza la comida chatarra más famosa del mundo y arma la comparsa de una realidad en la que Mickey conduce un tanque a través del desierto (piénsese en la guerra del Golfo), el payaso gourmand Ronald Mc Donald está entronizado en un bote de basura, Rico Mc Pato hunde su cuerpo en un tesoro de monedas de chocolate con apariencia de oro (la codicia que origina y moldea la sordidez moral que este conjunto de obras nos revela) y Donald Trump se halla emplazado de tal modo que el muro, su muro, encarna la imagen de un pensamiento cerrado.

Al fusionar las graciosas ficciones de Disney, la engañosa ficción culinaria de McDonald’s y las perturbadoras ficciones políticas de Trump, el Disney Trump de Maquiamelo introduce una metáfora que oscila entre la comedia y la tragedia.

ÁLVARO MEDINA 

























No hay comentarios.:

Publicar un comentario