domingo, 13 de marzo de 2022

Lenguajes al borde

Dos grandes escultoras chilenas expusieron durante la temporada de verano, en el Parque Cultural de Valparaíso.  Sus obras se establecieron  en un espacio de gran formato, donde las obras dialogaron  sus propuestas  con plena aceptación del publico. Alicia Larraín  nos presentó el dialogo entre el encierro mental y real, con pleno juego del espacio. Esta obra se unía a un juego de bicicletas, lúdico, ágil, adosado al muro y la tercera experiencia, no escatimó en usar materiales para usar este lenguaje  para hablar de los conflictos actuales y pensando en su recuperación. Hilda Rochna, fiel a su estirpe geométrica, dispuso en el espacio obras realizadas en mármol que se colocan en estandartes de creación ante los muros grises de la sala.  Rochna establecida en Reñaca, donde realiza estas esculturas de gran despliegue creativo.

 

 “Dos mujeres en la cárcel”: la libertad según la artista Alicia Larraín

 

“Dos mujeres en la cárcel”: la libertad según la artista Alicia Larraín

 

Se trató de la muestra “Dos mujeres en la cárcel”, la cual albergó el trabajo de la artista junto al de la escultora Hilda Rochna en el Parque Cultural de Valparaíso. A través de ella, Larraín indaga sobre la incertidumbre, el olvido, la esperanza y la cruda realidad en torno a la privación de la libertad en la ex cárcel pública.

 

Isidora Montero

 

Jugando con la re-significación del espacio y su cargado simbolismo a través de los años, la artista Alicia Larraín, en conjunto con la escultora Hilda Rochna, exhibió entre el 4 de diciembre de 2021 y el 25 de febrero de este año la muestra “Dos mujeres en la cárcel”, una exposición que busca reflexionar en torno a la privación de libertad y los diferentes sentimientos y dificultades que nacen a partir de esta remecedora situación. De esta manera, en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso, ambas artistas buscan resignificar el espacio de exposición, el cual funcionó como cárcel pública de la cuidad porteña por 193 años.

Con una vasta trayectoria en diversas técnicas y disciplinas artísticas como el dibujo, pintura, grabado, computación gráfica y modelamiento tridimensional en CAD, la creadora de los talleres de arte “CoCreador@s” exhibió en esta oportunidad tres obras de gran formato que combinan la escultura y el arte instalativo, utilizando diversas técnicas y tonalidades de color.

La pieza central de la exhibición, titulada “Punto de fuga”, se inspira en “en uno de los derechos humanos que tienen los reos de buscar por dónde escapar, por muy grave que sea la pena”, plantea Larraín. En ella, se muestra a un individuo en el suelo de una celda, construida en acero corten –un material que se oxida “al igual que el hombre al perder su libertad–, cuya conexión con la libertad se visualiza a través de un gran caleidoscopio “que asemeja este proceso que viven los reos al estar encerrados, en el que ven su vida en retrospectiva, pensando en lo que fue y soñando con lo que podría ser en libertad”.

La idea de escapar también esta presente en “9 círculos”, una obra que se inspira “en la Divina Comedia de Dante, al mostrar a un individuo de espaldas, escapando del infierno que supone estar recluido e intentando subir al cielo, su libertad”, explica la artista. Asimismo, “Desmembrados” muestra la desesperación que produce el encierro a través de tres imágenes de cuerpos humanos adheridos a ruedas de bicicleta, las cuales, a través del constante movimiento “dan cuenta de cómo el ser humano comienza a desmembrase al perder la esperanza de ser libre nuevamente”.

Siguiendo con su metodología de trabajo de hace años, “partí desde el concepto de la cárcel e indagué a través de mis obras en torno a diferentes sentimientos y metáforas relacionadas a la cárcel, los cuales cobraron aún más sentido y fuerza por la pandemia; situación que además nos hizo posponer la muestra” explica la artista. Al permanecer más de un año encerrados por las diferentes cuarentenas que enfrentó Valparaíso y el resto del país, esta situación “intensificó la falta de libertad que intenté plasmar en mi obra, relacionándola no solo con la historia del espacio, sino además con lo que todos estábamos viviendo por el covid-19”, agrega.

Con la exposición ya concluida, la artista sostiene que “esta muestra tenía una enorme importancia para mí, ya que exponer en el Parque Cultural de Valparaíso es todo un honor”. Larraín agrega que este espacio “es un enclave con una carga histórica importantísima para la ciudad, al cual le quitaron todo ese dolor que tenía y que hoy en día congrega una enorme cantidad de público a través de los hermosos servicios sociales que entrega, por lo que estoy muy feliz de haber sido parte de este centro cultural con mi trabajo”.

 

Hilda Rochna reflexiona sobre la libertad en importante muestra en Valparaíso



 

Entre diciembre de 2021 y febrero de 2022, la destacada escultora nacional exhibió su más reciente trabajo junto a la creadora Alicia Larraín en el Parque Cultural de Valparaíso, evocando el pasado y presente de la excárcel de la ciudad porteña.

 

 

Isidora Montero

 

Durante la jornada del sábado 4 de diciembre del año recién pasado se inauguró la muestra “Dos mujeres en la cárcel”, una reflexiva exposición que reunió el trabajo escultórico e instalativo de las artistas Hilda Rochna y Alicia Larraín en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso, excárcel de la ciudad porteña, hasta el 25 de febrero de este año. En este lugar tan significativo, el cual funcionó como recinto penitenciario público por cerca de 193 años, ambas artistas indagaron en torno a la privación de libertad y la carga emotiva de esta situación, además del contexto geográfico y cultural del espacio.

Con una gran y amplia trayectoria de la mano con la escultura en piedra, la connotada artista y excuradora del Museo del Parque de las Esculturas de Providencia Hilda Rochna presentó una serie de cuatro obras de mediana y gran escala, creadas con mármol negro y blanco, una técnica que la artista comenzó a desarrollar luego de “aprender a desarrollar la piedra con mi maestro Samuel Román”, explica Rochna. Estas piezas se inspiran en la cárcel y otros símbolos vinculadas a esta y la privación de libertad, jugando con el contraste entre luz y oscuridad de las rocas.

Es así como Rochna plasmó los barrotes de una celda en su exhaustivo trabajo, al entrelazar bloques de mármol con la geométrica y pulcra manera que la ha caracterizado por años. Con cortes limpios y pulidos perfectamente acabados, la artista presenta angulosas piezas que evocan la sensación de libertad y encierro de manera simultánea, sintiendo la angustiante realidad del recluso. La escultora, creadora de la Escuela de la Piedra, destaca la obra “La guillotina”, la cual imita una de las máquinas de ejecución que le quitó la libertad a miles de personas a lo largo de la historia.

Este proyecto visual inició hacer más de dos años, “invitadas por el curador Juan Ayala, quien nos propuso desarrollar la muestra torno a la cárcel, pero tuvo que ser pospuesto por la pandemia”, explica la artista. Esta espera “hizo que la muestra cobrara más sentido y se relacionara aún más a la libertad al estar encerrados, a pesar de que mis obras no son metafóricas, sino más bien visuales y concretas”, agrega Rochna.

Tras una exitosa temporada de casi tres meses, la artista agradece la recepción positiva del público y la posibilidad de poder exponer en un espacio como el Parque Cultural de Valparaíso: “Es un lugar precioso, a pesar de toda la tristeza que contuvo durante años al funcionar como una cárcel y de mantener las ventanas pequeñas que te recuerdan lo que fue. Realmente fue un honor exponer allí y recibir tan buenas críticas y gente durante la época de vacaciones”, concluye.

lunes, 24 de mayo de 2021

Beuys 2021 Taller Plástica Social


 

La modernidad extraviada

 


El mar también puede salvarnos

 

El mar también puede salvarnos

Las migraciones forzadas y sus frecuentes consecuencias fatales son el tema de una serie de 8 dramáticos videos del venezolano Antonio Briceño.

Un momento de “La deriva”,2021. Video HD multicapa monocanal. Duración: 01:57”. 

Gabriel Palumbo

De las muchas posibilidades que habilita la relación entre arte y política, la más virtuosa es la que se aleja de la literalidad y permite la aparición del componente colectivo como resultado del cruce entre lo visual y lo conceptual. Es allí donde aparecen las manifestaciones más ricas, menos obvias y más conmovedoras.

La muestra virtual del artista venezolano Antonio Briceño en el sitio web del Pabellón de las Bellas Artes de la UCA es una demostración de este maridaje virtuoso y, al mismo tiempo, una confirmación sobre las posibilidades de los entornos virtuales para mostrar arte contemporáneo.

El espacio de la UCA, bajo la dirección de Cecilia Cavanagh, se ha mantenido en esta modalidad desde el inicio de la pandemia sin perder calidad y presentando exposiciones de jerarquía.

El cruce, de Briceño, aborda una temática de alta carga política y alcance global. La cuestión de las migraciones forzadas hace tiempo se ha instalado como problema geopolítico relevante y mueve recursos de todo tipo, al mismo tiempo que se presenta como un muestrario cruel de la naturaleza humana. Las grandes masas en movimiento involuntario, en busca de un futuro mejor, o al menos de un futuro, se dan en todos los continentes y tienen al mar como un escenario habitual. Todos los días, lo advierte el mismo artista, cientos de personas se aventuran a las aguas sin ninguna certeza, escapando de situaciones límites e inhumanas.

Este es el guión dramático de la exposición y el artista lo resuelve mezclando imágenes con textos. Sus antecedentes artísticos están allí. Antes que nada, Briceño es un gran fotógrafo y las piezas de video que presenta en El cruce, lo revelan con mucha claridad. Así como antes usó la figura humana para graficar la diversidad cultural de los aborígenes americanos o la flora de la región para reinscribir a los arcanos del tarot, en esta ocasión, la cercanía de su historia creativa con la naturaleza se evidencia tomando el agua y el mar como vehículo narrativo, visual y político.

Lo que se presenta en la web del Pabellón de las Artes es una serie de ocho piezas de video, un total de nueve minutos, en los que la visualidad solo es comprendida si se completa con el texto. Que la obra sea, efectivamente, una combinación de estos soportes, no implica una disminución en la potencialidad estética de las piezas de video. Todo lo contrario, cada una de ellas tiene una cantidad de texturas, una lógica de compaginación y edición, y un tratamiento del efecto final que los convierte en hechos artísticos por sí mismos. Más allá de eso, los textos ayudan al visitante a entender la intención de Briceño y a mirar los videos con ojos distintos, informados y alertas.

Briceño vive en Barcelona, pero la pandemia lo tomó en Venezuela. No hay mucho que abundar sobre el drama de migración que ha sufrido el país por razones políticas, hasta convertirse en el fenómeno demográfico más importante de estos tiempos. El Mediterráneo y la Boca de Dragón del mar Caribe unifican el hilo dramático de la propuesta, mostrándose en su perversa doble lectura, solaz para algunos, sepultura para otros. También Asia y Africa comparten la triste presencia en el mapa del artista.

Las historias que sirven de sostén textual son tan cortas como demoledoras. Chiquitos muertos, mujeres ahogadas, hombres que no llegan a destino. Biografías cruzadas por la crueldad que, pese a todo y a pura pulsión de vida, intentan algo que es, a primera vista, imposible.

Briceño logra una obra fantástica, llena de matices en la que la segunda voz de la humanidad aparece como un fantasma. En los videos se escuchan voces de personas, en segundo plano, inentendibles pero presentes. Un ruido humano sin forma, perceptible, pero sin definición. El cruce tiene aires de familia con No cruzarás el puente antes de llegar al río, el film de Francis Alÿs. El tema es el mismo y el uso del agua como recurso estético es similar, pero los videos del venezolano llegan más lejos, alcanzando incluso una intensidad mayor.

La presencia de El cruce en Buenos Aires, aunque sea de forma virtual, se la debemos al buen criterio del curador chileno Ernesto Muñoz, conocedor desde hace tiempo de la obra de Antonio Briceño, que vio la necesidad de hacer llegar este fragmento de su obra a los ojos del cono sur.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

La Abstracción Geométrica en Chile

"La Rueca" Alicia Larraín

El 7 de agosto de 2009, se inauguró en la Pinacoteca de la Universidad de Concepción la exposición que se denominó “El País Geométrico”. La importancia de este suceso, es que se dio a conocer por primera vez en el país la existencia de una tendencia artística, a la que numerosos artistas nacionales habían adherido.

 

Ana Cortéz

Lejos quedan los movimientos Rectángulo y Forma Y Espacio, para los nuevos artistas que hacen abstraccionismo geométrico. Las ideas de imponer un orden y los intelectivos por encima de la simple intuición, según lo describía Antonio R. Romera, en diciembre de 1970, no son ideales que se persigan hoy en día.

 

La abstracción geométrica que los artistas nacionales han logrado a diferencia de la abstracción lirica, un grado de creatividad esencial que personaliza al movimiento artístico como netamente nacional. Vergara Grez y el arte prehispánico de sus obras y Matilde Pérez y el arte cinético, son una clara demostración de un arte investigativo que, si bien siguieron las huellas del abstraccionismo geométrico, lograron una perfección en el sentido de sus obras, un lenguaje llano y directo, captado por el gran publico.

Alicia Blanche

 

La abstracción geométrica adoptada por la celebre Bauhaus, teniendo como finalidad una concepción conjunta de todas las artes, permitió generar una nueva visión de los objetos, creó por cierto un nuevo canon de belleza, basado en proporciones de las formas definidas por la geometría en relación al funcionalismo en el uso de la luz.

 

La abstracción geométrica, hoy reconoce a la artista sueca Hilma af Klint, como su creadora. Ella reveló la inspiración masónica de sus obras, lo que la inhibió a exhibir las de características geométricas, y solo en su testamento autorizo que después de muerta estas se hicieran publica. Todo conocimiento considerado como esotérico era perseguido en esa época de secretismo. Con mayor razón se censuraba a un arte que hiciese uso de la geometría en un sentido místico, sin embargo, varios notables artistas posteriores a ella, abrazaron la geometría en esa misma inspiración, así vemos al poeta chileno Vicente Huidobro, o al pintor uruguayo Joaquín Torres Garcia, que son los creadores e impulsores de la abstracción geométrica en Latinoamérica, que eran iniciados en ordenes masónicas. “Círculo y Cuadrado son las principales polaridades energéticas del Universo, vistas desde el ángulo de la geometría sagrada: redondo como el Cielo, cuadrado como la Tierra. En su intersección está el Hombre, habitante del mundo medio, entre el Cielo y la Tierra”[1].

 

Alicia Blanche

Evidentemente no todos los artistas que ejecutan abstracción geométrica en sus obras tienen inspiración masónica. En la actualidad el arte se ve más neutro en orden de pensamientos e ideologismos.

 

Andrés Vio

Pasan los años y en esa perspectiva que nos entrega el tiempo, vemos como el movimiento de abstracción geométrico, toma una gran relevancia en la historia del arte en Chile. Tal vez no tuvo los premios nacionales que se llevaron otros artistas, en consideración a las tendencias europeas en boga, a obtenerlos. Pero, en la actualidad nuestros artistas geométricos, son reconocidos no solo en Chile, sino que han trascendido las fronteras y se hacen presente en exposiciones internacionales.



[1] https://lecercleetlecarre.fr/

Carmen Piamonte




Fotógrafos analogos


Marcelo Kohn, Mario Vivado,  parados Pablo Rosenblatt, Fernando Balmaceda y Álvaro Mardones

 

“En el fondo la Fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa” (Barthes, 1989, 81). 

Hablar de profundidad de campo, obturador, diafragma, ASA O ISO del rollo fotográfico, cuarto oscuro, laboratorio fotográfico, y otros, es lenguaje del pasado, como lo es para la mayoría la fotografía análoga. En nuestros días donde todos somos fotógrafos, con nuestros celulares, somos capaces de autofotografiarnos o hacer selfies, las máquinas análogas son cosas del pasado. Pero hay elementos en la fotografía que no cambiaran, que son esa capacidad de captar, aunque intuitivamente, el motivo por el cual decidimos grabar el momento en que sucede algo importante para nosotros, o sea el componer. La composición que es lo que hace que la fotografía sea un arte. 

He tenido la suerte de conocer a un grupo de fotógrafos chilenos que con su intenso y laborioso trabajo se han ganado un lugar en el arte de la fotografía. Ellos hicieron de la fotografía un sentido de vida, se consagraron a ella, con toda la pasión requerida para hacer de esta un arte. 

La fotografía en manos de seres libres impetuosos, que con su cámara construyen la historia de la ultima década de la fotografía análoga es un camino lleno de creatividad. Con ellos nace ese espíritu noble de compartir, de entregar la mirada a un publico que reconoce en ellos a unos héroes, que nos relatan la vivencia de tiempos compulsos. 

Alrededor Jaime Goycoolea y Julia Toro, en los años 70 del siglo pasado, se formó una especie de colectivo de fotógrafos, donde convivieron por años, Alvaro Mardones , Mario Vivado, Fernando Balmaceda, Inés Paulino, Marcelo Kohn , Pablo Rosenblatt y Jorge Brantmayer. Todos ellos eran fotógrafos analógicos que inmortalizaron con sus miradas esos tiempos de desesperanza.

Destaco a Franklin Jaime Goycoolea, como la persona de mayor talento y creatividad en el arte fotográfico, sin lugar a dudas, su mundo, es un mundo inscrito en la imaginación pura de lo trascendente y ha logrado conmover a sus espectadores al captar un mundo a veces invisible para la mayoría. 

Álvaro Mardones, Fernando Balmaceda, Pablo Rosenblatt, atrás Mario Vivado y Marcelo Kohn

 

El fotógrafo Jaime Goycolea. Santiago de Chile, 1981. Foto: Elías Adasme.

Los paisajes mal copiados sucios aportan a esas fotos un aliento de verdad un dejo de creencia del instante conformando universos paralelos, a los cuales estamos acostumbrados de recibir productos edulcorados de supermercados. Goycoolea es la anti fotografía de esos retratistas de los años treinta.

El trabajo de Julia Toro, ampliamente difundido y reconocida por su capacidad intelectual, es tal vez la más conocida entre todos los integrantes del grupo, sin restarle méritos, el resto del grupo tienen una meritoria trayectoria. 

Dos fotógrafos unidos en la aventura de vivir el día a día, donde la mirada de uno se contrapone a la del otro. Julia Toro se nutre con el hacerles retratos, desde el pequeño Mateo Goycoolea al Enrique Lihn, mientras que Jaime Goycoolea busca el entorno, el paisaje urbano desconociendo al hombre, es su sombra la construcción de su foto. 

Álvaro Mardones

 

Fernando Balmaceda (1956) se ha relacionado con la fotografía desde siempre. Su padre hacía películas y en su hogar había laboratorio fotográfico. Durante años, tanto en Francia como en Chile, hizo fotografía personal y luego se dedicó a la publicidad. En esta serie de fotografías de jovencitas, Balmaceda usó siempre luz natural de ventana, blanco y negro, encuadre apaisado, fondo neutro y con una mínima producción. Como señala el autor, “como el grupo Dogma, menos, es más. Pensé al hacer las fotos que serían como las distintas piezas de un puzzle y que al verlas juntas habría una sorpresa sobre todo para mí”. 

Jorge Francisco Brantmayer Barrera nació el 11 de octubre de 1954 en Santiago, Chile. Estudió Licenciatura en Artes mención pintura en la Universidad de Chile entre 1974 y 1979, teniendo entre sus profesores a Adolfo Couve y Luis Lobo Parga. En paralelo, desde 1976, se formó en fotografía profesional en la Escuela de Foto Arte de Chile, disciplina que le ha apasionado y practicado desde su época escolar. 

Entre sus exposiciones individuales destaca Cautivas (2007-2008) en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago, y en el Museo de Arte Contemporáneo de Valdivia. Así como el proyecto Muchedumbres, realizado desde el año 2011, el cual ha dado origen a diversas muestras tanto en Chile como en el extranjero. A esto se suma la circulación de su obra en exhibiciones colectivas por Bolivia, Perú, Ecuador, Argentina, Brasil, España y Bélgica. En 2004 integró el colectivo 5+ junto a Pilar Cruz, Mariana Matthews, Mario Fonseca y Rafael Edwards (1950). 

Ha recibido numerosas distinciones, entre ellas las otorgadas por el Círculo de Críticos de Arte de Chile, quienes lo han premiado en tres ocasiones (2007, 2010 y 2017). Además, fue acreedor del premio Altazor en cuatro versiones (2000, 2008, 2009 y 2013). 

En su obra ha abordado temáticas diversas, entre las que tiene una fuerte presencia el retrato, realizando series de inmigrantes, estudiantes y mujeres privadas de libertad, entre otros. Junto con ello, ha creado y fotografiado escenas perfomáticas en las que el cuerpo de los participantes se enfrenta a chorros y manchas de pintura y otras substancias. Además, ha capturado escenas citadinas en diversas urbes del mundo, así como también objetos a partir de los cuales realiza series, por ejemplo, de elementos naturales con forma de corazón, o de elementos tecnológicos obsoletos a los que ha sometido a altas temperaturas. A esto se agrega que ha efectuado registros fotográficos de las obras de numerosos artistas, entre ellos Arturo Duclós, Eugenio Dittborn y Samy Benmayor. 

En paralelo a su trayectoria artística ha ejercido la docencia en la Universidad del Desarrollo y en la Universidad Diego Portales, en Santiago. A su vez se ha dedicado a la fotografía comercial. En 1979 viajó a Venezuela donde realizó fotografías en distintos países latinoamericanos por encargo de la Universidad Central de dicho país. En 1988 creó Brantmayer Estudio Fotográfico enfocado a imágenes editoriales y publicitarias. 

Marcelo Kohn. Perros y gato. Fotógrafo y cámara, casa y estudio. Todo conviviendo bajo el mismo techo, todo ocurriendo al mismo tiempo en el lugar desde donde surgen las imágenes comerciales y de autor del fotógrafo Marcelo Kohn. 

“Esta es mi casa desde los 16 años”, cuenta Marcelo sobre el recinto anexo a la gran bóveda de madera y techo circular que es su estudio; un espacio contiguo a una antigua edificación de 1945 que, con la ayuda del arquitecto Jorge Broughton, hace cinco años se rediseñó obteniendo un sitio “similar a un hangar de avión”. La ampliación se efectuó con la técnica de construcción con fardos de paja forrados luego en madera.

Álvaro Mardones

 

Fotógrafo autodidacta desde hace más de 30 años, judío de tradición, ateo por convicción y apasionado observador de la ciencia y la biología, Marcelo comenta que la temática de sus fotos siempre comienza desde una reflexión personal, que puede ir desde su admiración por la ciudad de Valparaíso hasta el asombro por una fruta en descomposición.

Hoy les tengo un dato interesante, porque el fotógrafo Marcelo Kohn abrió su cocina al público hace un par de años para los amantes de la gastronomía. En un gran salón de techos altos, telas de colores y una mesa larga, los no más de 20 comensales se sientan para disfrutar de las comidas temáticas de Kohn, que incluyen aperitivo, entrada, plato de fondo y postre con maridaje. Platos como el strogonoff, penne alla vodka, pollo al coñac y más. Los interesados en ir deben reservar antes en la página de Facebook "Desgutación gastronómica". 

Álvaro Mardones (1955). En los años ochenta se crea Asociación Gremial de Fotógrafos Independientes, AFI en la que participan fotógrafos formados con la década, con un nuevo estilo y un nuevo enfoque, con una renovada filosofía de comunicación. En ella participa Alvaro Mardones, junto a Kohn, Vivado, Paulino y Rosenblatt, entre otros. 

"Las Zonas Típicas de la comuna de Santiago, Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la Capital de Chile", constituye una investigación actual y necesaria que contribuye en alto grado a valorar nuestro patrimonio. Las magníficas fotos en colores las tomó Álvaro Mardones Saint-Jean. 

Inés Paulino. El nombre de Inés Paulino dentro del patrimonio fotográfico nacional, a ratos, suena como una incógnita: ¿quién fue esa mujer brasileña que se asentó en Chile en los años 70 y que retrató a Enrique Lihn y a Nicanor Parra? ¿Dónde están los registros de esta artista que, posteriormente, formó parte de la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI) y de la Revista APSI?. 

Paulino llegó a Chile luego de estudiar Comunicación Audiovisual en Brasil, lo que le permitió insertarse de manera fácil en el campo laboral, desarrollando el fotoperiodismo en un contexto particularmente agitado para la política nacional. Desde esa vereda capturó protestas, movimientos políticos, intelectuales e incluso la vida bohemia de la época. 

“Fundamentalmente, Inés se dedicó a la prensa. El 95 por ciento de su fotografía tiene que ver con su trabajo. Ella incluso siempre ha postulado que no es una artista, sino una fotógrafa y gran parte de sus registros se produjeron en una época muy dura. Estábamos en plena dictadura de modo que el tema de las imágenes es la calle y la política”, comenta Óscar Gacitúa, quien hoy es el encargado de resguardar y catalogar el archivo de la autora que comprende cerca de 50 mil imágenes. En este archivo las propuestas son variadas: van de retratos a escritoras hasta figuras políticas como Jaime Guzmán, Ricardo Lagos y Patricio Aylwin. 

Al respecto, Gacitúa comenta: “Enrique Lihn, por ejemplo, fue un caso especial. Él era el más cercano a ella de todos los artistas de la época. Entonces, cada cosa que él hacía era registrado por Inés, ya sea teatro, películas o performances. A Jaime Guzmán también lo fotografió varias veces”. 

A fines de 2016, cinco mil negativos de Paulino fueron adquiridos por el del Archivo Fotográfico y Audiovisual de la Biblioteca Nacional, lo que permitió que la fotógrafa se transformara en la primera mujer en formar parte de esta colección. “Aquí tenemos como 400 mil fotografías. Hay muchas tomadas por mujeres, pero no están identificadas ni están en un conjunto fotográfico como es el caso de Inés”, indica Soledad Abarca, jefa de esta unidad. 

“Inés Paulino es una fotógrafa reconocida, pero, al mismo tiempo, bastante desconocida por el público en general. Su trabajo en la revista APSI fue muy activo. Tiene registros importantísimos de todo el tiempo de la dictadura y además de movimientos sociales, políticos y mucho sobre el movimiento cultural de la época. Ella tenía una cercanía muy particular con muchos artistas, poetas, escritores, entonces hay como una mirada desde dentro de ese mundo que en esa época estaba como en el apagón cultural”, añade. 

Pablo Rosenblatt. Después de estudiar Medicina y Biología en la Universidad Católica de Chile, donde se graduó con honores, Pablo Rosenblatt estudió Bellas Artes, con mención en Cine, en la Universidad de York, Canadá. Desde muy joven retrató sus impresiones con una Nikon y una Rollei 6x6. Fue entonces cuando las imágenes subjetivas de Bill Brandt, Man Ray y Robert Frank le abrieron otro mundo posible en la fotografía. En 1978 junto a sus colegas Mario Vivado, Álvaro Mardones, Marcelo Khon y "Pitón" Balmaceda formó un recordado colectivo artístico y profesional que se transformó en un amplio laboratorio de investigación, en el sentido profundo de la palabra. Hasta 1986 desarrollaron una intensa exploración fotográfica sobre el color, las cámaras de gran formato, el laboratorio blanco y negro y el fotomontaje para efectos especiales. Realizaron numerosas... 

Un rumor recorría los pasillos de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UC, que a fines de los 70 era un pañuelo. Se decía que en ese momento, plena dictadura, autoridades de la Armada habían visitado al biólogo marino y académico de la universidad Bernabé Santelices para encomendarle una misión estratégica: que armara una expedición científica al extremo sur del país para explorar si era posible sacarle partido a la Macrocystis pyrifera (el popular huiro). Era una oportunidad importante en una época donde no había tantos viajes para investigar. Pocos estaban enterados de que el objetivo científico era más bien una pantalla para un fin militar ante una potencial guerra con Argentina. 

En ese momento Chile y Argentina se disputaban las islas Picton, Nueva y Lénox, y ante un posible reclamo argentino por estos territorios en el canal Beagle había que montar una industria de lo que fuera en la zona para probar que el país hacía soberanía. Y lo único que sabían era que ahí había huiros por montones, precisamente lo que investigaba Santelices. “Era un problema de Estado contra otro Estado y podíamos usar un trabajo científico para resolver el conflicto”, recuerda el académico. registro histórico”, le ofreció el veinteañero Pablo Rosenblatt. “Yo lo conocía y sabía el potencial de Pablo en lo que quería hacer y era interesante dejar registrada la expedición”, comenta Santelices. Ese fue el primer documental de este personaje que desde entonces se convirtió en uno de los principales divulgadores de la ciencia en Chile, responsable, por ejemplo, del programa Enlaces que tuvo TVN y de Mentes Brillantes, una serie documental que muestra la vida de los premios nacionales de ciencias cuya tercera temporada se estrena en octubre en UCV TV.

Álvaro Mardones

 

Mientras formaba el equipo que lo acompañaría, el científico se encontró con un estudiante de biología al que le gustaba sacar fotos y filmar. “Llévenme y documentamos la expedición. Esto va a ser un  Mario Vivado. Se desempeña en la fotografía desde 1977. Desarrolla en aquellos años una innovadora técnica de efectos especiales que aporta imágenes impensables ayudando al proceso creativo de las agencias y sus clientes para las más exigentes campañas publicitarias. Investiga en la expresión humana del cuerpo y el rostro a través de la foto teatral de danza y teatro con distintos grupos y directores del medio. 

Se destaca dentro del gremio y medio publicitario, siendo premiado y reconocido con numerosas menciones por sus imágenes que alcanzan más allá de una técnica impecable una gran expresividad que llegan a tocar y sensibilizar al espectador con múltiples sentimientos. 

Paralelamente a lo publicitario, trabaja constantemente en la fotografía artística participando y colaborando con galerías y museos obteniendo logros y reconocimientos a sus aportes creativos. Con el advenimiento de lo digital se adapta y se impregna de lo que esta nueva tecnología le otorga y la aprovecha con agradecimiento del desarrollo que les ofrece a sus nuevas creaciones. La exposición “Lo que el Sida se llevó” consta de 24 imágenes, realizadas para acompañar la performance homónima. Ésta consistía en la representación de un dolido San Sebastián atravesado por jeringas. En una sesión de cuatro horas, compartidas con vino y muchas risas, el fotógrafo Mario Vivado retrató a “Las Yeguas del Apocalipsis”, con la supervisión de la bailarina Magaly Rivano para las posturas corporales. Muchas de esas imágenes finalmente no se utilizaron para acompañar la acción del Instituto Chileno Francés, y fuero exhibidas por primera vez en D21. En ellas aparecen Casas y Lemebel caracterizados como BusterKeaton, Marilyn Monroe, las hermanas de “La Casa de Bernarda Alba”, entre otros personajes clásicos. 

Con la colaboración de Jorge Zambrano como curador y director de arte, el fotógrafo Mario Vivado elaboró un montaje especial para la galería D21, con obras en blanco y negro tratadas con blanqueador, y color, que lograrán revivir a uno de los colectivos más innovadores que ha tenido la escena artística nacional.

Claudio Rodríguez - Mario Vivado

Liliana Ross - Mario Vivado

Loreto Valenzuela, Cristian Michaelsen - Mario Vivado

Lecho del río - Mario Vivado